Itinerario del día 11 al 12 por Cinque Terre : Lucca-Monterroso al Mare-Vernaza-Mare-Riomagiore-Manarola-Corniglia
24 de septiembre, domingo.
Itinerario: Lucca-Monterroso al Mare (Cinque
Terre). Vernaza
Pernocta: Area de Monterroso al Mare. 44.1550,
9.6594
27 euros de gastos por
dos días con luz en el agroturismo. Pero estos 27 euros incluyen no solo la luz, sino una botella de vino y un kilo de unos
tomatitos deliciosos. Un sitio estupendo.
Hemos pagado, hemos
cargado agua (no dispone de descarga) y nos hemos despedido de Paolo para
dirigirnos a Cinque Terre.
Pero cuando estábamos
echando gasoil recibo un whatssap del área de autocaravanas de Monterosso al
mare comunicándonos que disponemos de sitio para esta noche y mañana. Así que
me he puesto en el sitio del copiloto y me he tenido que poner las pilas con el
inglés sobre la marcha para informarme bien antes sobre si había lanzadera,
transporte público y cómo hacer para entrar en el área. Y es que por cortesía,
mi comunicación inicial había sido en italiano utilizando el traductor del
google, lo que es un error porque se piensan que sabes italiano, así que hemos
tenido que pasarnos al inglés. Y bendito whatssap porque entendernos así es
mucho, pero mucho más fácil que en una conversación por teléfono.
En hora y media hemos llegado aquí. Atrás hemos
dejado la Toscana y ahora en todo el trayecto hemos estado acompañados por
densos bosques de vegetación y carreteras muy accidentadas que ascienden y
descienden tortuosas rodeados de un entorno muy hermoso.
Llegados vemos que nos
espe
ra su dueña, nos hemos instalado, preparado la autocaravana para dejar a
nuestra amiga y a las 12,30 hemos salido. Tres minutos antes ha venido un
microbús de línea que para frente al área pero como nos han dicho que por un
sendero hay tan solo 1 km hasta el pueblo, Angel se ha tranquilizado y dando
vueltas a la autocaravana y haciendo su “particular” ritual antes de irnos, lo
hemos perdido.
Como no teníamos ni
lanzadera, ni autobús, que hoy hasta las 14,30 no volvía a pasar, hemos
iniciado el descenso por el camino. Y casi nos quedamos sin piernas. 1 km
descendiendo por una pendiente de mucha inclinación rompe las piernas a los que
no estén habituados. Desde luego subir me resulta impensable. Tendría que estar
muy desesperada para hacerlo.
Hay dos formas de visitar las cinco localidades que componen “Cinque Terre”. Una es en barco, más cara pero valorable, y la otra es en tren cuya frecuencia es de uno cada 15 minutos y parando en todas las localidades. De una estación a otra tarda muy poco, es como una estación de metro.
Nuestra idea era
visitar hoy Monterosso y Vernaza para dejar las otras tres ciudades para mañana
así que nos hemos dirigido a la estación del tren. Para hoy, no compraríamos la
tarjeta turista ya que vale 18 euros y aunque permite subirte y bajarte las veces que quieras, al ir solo a
una localidad no nos compensaba económicamente ya que ida y vuelta serían 10
euros frente a los 18 de la tarjeta.
Ya en el andén pregunté a un empleado entrado en años por el andén para ir a Vernaza y dónde podía comprar los billetes y la tarjeta de turista. Y él en italiano y yo en español nos comprendimos perfectamente, respondiendo a todas mis preguntas e incluso me añadió que los billetes los comprara en el mismo tren porque internet estaba estropeado. Esto hizo que mi ira hacia esa estúpida señora de la oficina de turismo se incrementara.
Cruzamos al andén de
enfrente, ya con mucha gente y vimos que habían cancelado un tren y que el
nuestro traía 20 minutos de retraso. Pero aún había más. El nuestro se
distanciaba del siguiente en 2 minutos con lo que deduje que de tres trenes nos
habíamos quedado en uno lo que explicaba que el andén estuviera lleno de
turistas. Así que cuando llegó el tren fue tomado casi “al asalto”.
No dejaban salir a la
gente y luego no se movían los que entraban. Nosotros tuvimos suerte. Entramos
y nos quedamos cerca de la puerta porque viendo aquello pensamos que no nos
iban a dejar salir en los 4 minutos que duraba el trayecto hasta Vernaza. En el
andén la gente no podía subir y los empleados tuvieron que poner orden y tranquilizar a la gente. Eso
parecía el metro a horas punta. Bueno, peor. Una pareja española nos dijo que
venían desde La Spezia y que habían tardado una hora en llegar sin saber el motivo.
Parados, en obras….decían que ni en la india habían visto esto.
Al final llegamos y pudimos salir. Dicen que Vernazza es la que ha conservado mayormente el aspecto de ciudadela marinera. Y más de lo mismo. Calles llenas de gente, muchos grupos organizados con sus guías respectivos, restaurantes hasta la bandera….bajamos hasta el puerto para contemplar la bonita estampa que nos ofrecían las casas de colores pegadas unas junto a otras con el verde acantilado detrás y frente a un transparente y azulado mar.
Un pequeño puerto
deportivo con barcas a las que al ser iluminadas por el sol, daban color al monótono
azul marino. Era un hermoso paisaje solo afeado por la cantidad de gente que
estaba por todos los lados, comiendo pizas, empanadas, hamburguesas,
helados….parecía un circo a varias pistas. Desde el muelle pudimos ver la
cercana localidad de Monterosso.
Y cuando miraba las
casitas que tenía frene a mi y que parecían sostenerse unas a otras, me recordó
a Cudillero.
Y rematé esta comida
con el tercer helado del viaje. Y creo que me estoy pasando y tengo que parar porque si no mañana no necesitaré
transporte para ir del área a Monterozzo. Podré bajar rodando.
Después de comer la densidad de la gente había descendido y
pudimos disfrutar algo más de los rincones de esta ciudad. Me llamó especialmente
la atención la ropa tendida en las fachadas de la calle principal y por todas. Parecía
“el día de la colada”.
Regresamos para tomar
el tren de vuelta hacia Monterosso y esta vez en la taquilla abonamos el
importe ya que la ida, por supuesto, no había aparecido nadie en ese caos para
cobrar.
Una vez allí
localizamos la parada del autobús, ya que tan solo eran las 16 horas y esperar
hasta las 18 para llamar al área nos
parecía mucho tiempo. Tuvimos la suerte de que había allí uno y preguntamos a
su conductor. El siguiente sería a las 17 horas saliendo también desde allí,
así que decidimos darnos un paseo
Ahora veía la ciudad con otros ojos. Lo siento, no puedo acostumbrarme. No consigo disfrutar de los sitios más hermosos cuando están tan masificados. Leí que se están planteando restringir el número de visitantes diario. De hecho pregunté a la camarera en Vernaza y me dijo que los mejores días de visita eran los sábados y domingos. Sorprendente. Al parecer los martes, miércoles y jueves descargan cruceros. No me puedo imaginar lo que puede ser esto. Casi sin poder andar. Una locura. Esto no es sostenible, pobre gente.
Así nos colamos por
pequeños rincones y disfrutamos de su tranquilidad e incluso de la soledad de algunos y regresamos a tomar nuestro
autobús. Puntualmente llegó y 2 minutos antes de su hora partió.
Pero este autobús fue
dando una vuelta por la carretera en vez de subirnos directamente al área de la
que nos separaban solo 4 km. Pero mereció la pena ya que en una parada se subió
una viejita muy arreglada, y muy expresiva. En cada blandón que tomaba el
autobús, chillaba de forma muy divertida y no sé qué otras cosas iría diciendo
porque no paró de hablar. A mi me costó mantener la compostura porque me estaba
tronchando de risa y se me saltaron las lágrimas. Y supongo que el conductor también se distrajo
porque se pasó el área y tuve que
llamarle dando un buen frenazo. El hombre nos pidió disculpas porque se
había comprometido a avisarnos y se le olvidó. Cosas que pasan, pero con el
rato que pasamos, ni se lo tuvimos en cuenta.
Nuestra amiga peluda estaba
perfecta. 26 grados dentro pese a que el
sol había castigado hoy. Lástima que por aquí no podamos salir con ella de paseo.
Angel se ha acercado al restaurante que esta frente al área, donde además dicen
que se come bien. Comer no sé cómo se comerá pero tiene unas vistas preciosas.
Mañana saldremos lo más
temprano que podamos para evitar los ríos de gente que generan principalmente las agencias y esperamos estar de regreso a la
hora de comer.
Afuera el espacio es
reducido pero se puede tener una silla aunque a las 18,30 ya hacia frio y tuve
que esconderse.
25 de septiembre, Lunes.
Itinerario: Monterroso al Mare-Riomagiore-Manarola-Corniglia
Pernocta: Area de Monterroso al Mare. 44.1550,
9.6594
Esta noche me he
despertado con un fuerte dolor de garganta que se me ha pasado con un
bucofaringeo. Luego he seguido durmiendo tranquilamente hasta las 7. Media hora
después nos hemos levantado, ya que la idea era irnos temprano, primero y
principal por los turistas, y luego por el calor ya que dejamos a nuestra amiga
aquí y hoy habrá tres o cuatro grados más que ayer.
A las 8,30 cuando ha llegado
la dueña del área, la he dicho que queríamos bajar y junto con una pareja de alemanes, ha hecho el servicio completo. Hemos
caminado hasta la estación de tren donde hemos comprado la tarjeta para
turistas por 18 euros cada uno, lo que nos permite bajarnos y subirnos del tren
todas las veces que queramos durante 24 horas.
Y el primer tren no ha
venido con mucho retraso. Puntual no ha sido, pero se ha acercado. Hemos ido
hasta Riomaggiore, al final de las cinco
ciudades de “Cinque Terre”.
De allí hemos tomado
un ascensor que nos ha llevado a la parte más alta de esta ciudad. En nuestro
camino ha llamado nuestra atención un cartel de aviso sobre un perro. Su
traducción (gracias al google traslator
que es mágico) era: “atención al perro,
muerde, desgarra, mata y baila sobre tu cadáver.
Desde allí hemos
disfrutado de unas hermosas vistas de la localidad. Una vez más, casas de colores que emergen como cubos de construcción
pegándose unas a otras aprovechando las
laderas de la montaña, escalándola. Amarillos, rojos, azules….conforman un hermoso
paisaje cromático lleno de vida y de luz.
Y el azul del mar al fondo y el verde de los olivos y las viñas enmarcando
estas casitas que parecen de juguete.
Hipnotizados por este bello paisaje y con muy poca gente, hemos encontrado el puerto donde ya se empezaban a acumular turistas. Y si en algún momento pensamos en regresar por barco para poder disfrutar de estas ciudades de colores desde el mar, el contemplar como llegaban barcos llenos y descargaban turistas en masa nos ha disuadido.
Decidimos regresar
subiendo empinadas escaleras para pasear luego por un camino panorámico,
suponemos que similar al camino del amor pero por el otro lado del acantilado, que
deja el mar a nuestra izquierda hasta desembocar en la calle principal para
regresar de nuevo a la estación.
Ahora nuestro
siguiente destino sería Manarola. Con un retraso de casi media hora, nos hemos
ido acumulando en el andén. Y de nuevo como chinches en costura hemos llegado a
nuestro destino.
Y formando parte de un
río humano, nos hemos internado en un túnel que une la estación de tren con la
ciudad de Manarola. Y entonces me
viene a la memoria que leí que en verano este túnel puede llegar a atascarse lo
que parece lógico si los turistas llegan a la estación y los trenes no llegan
con relativa puntualidad para recogerlos.
O aunque lleguen: si recogen pero a la vez sueltan, y más turistas de
los que se llevan, es fácil que esto ocurra. De hecho vemos como en las
escaleras de la estación hay flechas pintada indicando el sentido de la marcha,
de la ida y de la vuelta con una raya en medio para no entorpecerse el paso.
Alucinante. Con este artículo también venía la reflexión de limitar el número
de turistas diarios que pueden llegar a esta zona.
Después una vez más intentamos
buscar esos rincones donde no hay gente y caminamos. Pero siempre encontramos
algún turista perdido igual que nosotros. Decidimos descender por unas
empinadas escaleras que desembocan en la calle principal.
Un cartel avisa de que por esas escaleras suben vecinos llevando sus compras diarias y que no es un sitio para comer ya que entorpecen el paso. En fin una locura vivir aquí. Quizás, y a mi juicio, es la que tiene menor encanto de las cinco, pero también puede ser por la cantidad de gente que ya empezamos a encontrar.
Entramos de nuevo en
el túnel que nos dirige a la estación y esta vez parece más despejado ya que la masa
ha decidido invadir los restaurantes y las calles para sentarse a comer. Y es
otra cosa que observamos: encontramos
gente comiendo en cualquier sitio, en cualquier rincón. Y ver pocas personas no nos afecta, pero ver
unas tras otras, en el suelo, apoyados en las paredes, sentados en las
escaleras, unas devorando un trozo de pizza, otras, hamburguesas, o perritos
calientes, a mi juicio desentona. Y añado que nosotros también lo hacemos, pero
siempre intentamos buscar un rincón discreto. Cosa que aquí no vemos.
Dirección Corniglia, el único que no tiene salida
al mar. De nuevo, retraso y esta vez más
de media hora, al sol, aunque nosotros conseguimos protegernos con la sombra de
un cartel informativo. Luego los altavoces dicen que el tren que llega solo va
hasta Corniglia. Afortunadamente es nuestro destino.
Y resulta que mi compañero de asiento es un español, un antiguo profesor de inglés de instituto de 73 años que viaja completamente solo con su coche. Viudo desde marzo continúa viajando. Un viajero y no un turista y que dice que no hay que achicarse. De hecho, él está operado de corazón. Parece, según nos dice, que vivió de niño en Italia y entiende esta lengua. Tiene una gran energía. Qué envidia. Ojalá este yo así a su edad y tenga la mitad de su energía.
Llegados a la
estación, seguimos a la masa hasta llegar a unas tremendas escaleras que
escalan la pendiente. La ciudad está arriba del todo. Prefiero no mirar. Cuesta,
pero entre pararnos a hacer fotografías, ya que el paisaje es impresionante,
con un mar de un azul intenso,
acantilados poblados de vegetación y pueblos encaramados en las cimas, y animados
porque todo el mundo sube sin descanso, alcanzamos la ciudad.
Esta es más pequeña, pero también conserva bonitos rinconcillos agradables. Es como más de andar por casa, más sencilla, más entrañable guardando la misma belleza que el resto y con algunos balcones sobre el mar desde los que podemos disfrutar de unas espléndidas vistas.
Y ya muy cansados
decidimos ir regresando. Son casi las 14 horas y hemos salido a las 8,30 y casi
sin descanso. Llevamos ya casi 6 horas.
Ahora nos enfrentamos
a las escaleras pero bajar es más sencillo. Y abajo en la estación compruebo
que hay un microbús de línea que debe llevar hasta la ciudad evitando la enorme
y dura escalinata.
Y de nuevo, retraso, pero encuentro un banco para hacer la espera más liviana.
A las 14,39 estamos ya
en Monterozzo y miro en el móvil y dice que a las 14,45 parte un autobús. Vamos
caminando deprisa hasta la parada. Vemos que ha salido las 14,20 y aparecen dos
posibles horarios: a las 14,50 y a las 15,30. Pregunto a unas americanas y me confirman que
viene a las 14,50. Y a diferencia del tren, aparece puntualmente el autobús que
esta vez nos lleva directo y en 10 minutos nos deja a la puerta del área.
Tula está estupenda, con una temperatura interior de 23 grados. Comemos, descansamos y dedicamos la tarde a revisar y perfilar el resto del viaje.
Hemos terminado con
Cinque Terre al que hemos dedicado un día y medio, aunque de forma
intensa. Hermoso lugar que merece ser
conocido, pero terriblemente lleno de gente, lo que le resta gran parte de su
belleza. Quizás en otra época del año con menos gente muestre todo su encanto,
pero el turismo masificado se lleva gran parte de él.
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