“La vida son esos pequeños momentos de desorden.”

    (Cartas a Julieta) 

Antes de meterme de lleno en el relato decir que no habíamos podido salir en el mes de junio por dos operaciones de Angel del túnel carpiano. Y a finales de junio se nos vino encima por lo que dedicamos esas fechas a hacer una pequeña ruta por el pirineo francés, dejando este viaje más largo para septiembre. Pero hasta el día 12 no obtuvimos fecha para llevar a nuestra amiga peluda a su control cardiaco en la facultad, necesario después de todo el verano y habiendo habido una medicación muy fuerte para un brote de leishmania que tuvo. Tiene 15 años y es cardiópata así que no nos iríamos tranquilos sin la bendición de su especialista. Y el mismo día 12, compramos los billetes de ida y vuelta para el ferry a Civitavechia. Si no los hubiéramos tenido o el precio fuera intocable, nos habríamos ido conduciendo.

Regresamos a la Toscana 30 años después , aunque esta vez centraríamos nuestro interés en las pequeñas ciudades y pueblos haciendo un recorrido tranquilo por esta región  hasta dejarla para subir a Cinque Terre.

La Toscana ha sido escenario cinematográfico de innumerables filmes como El paciente inglés, sueño de una noche de verano, Gladiator, Luna nueva de la saga Crepúsculo, Una habitación con vistas, Hannibal, Cartas a Julieta, Amadeus, la vida es bella, retrato de una dama…títulos que quedarán eternamente ligados a la belleza singular de sus paisajes.

La Toscana atesora paisajes imprescindibles, hermosos, únicos. Nos hemos desplazado a través de suaves ondulaciones donde el dorado se alternaba con el verde de los viñedos o con manchas boscosas pobladas de robles y encinas. Pero quizás lo más singular a la vez que hermoso, son esas casas toscanas de piedra dorada rodeadas de pinos y cipreses que coronan las colinas peladas de un paisaje donde unas suceden a otras como en un cuadro naif y donde los cipreses marcan la línea del camino de entrada. Pero la Toscana está también llena de arte e historia y visitar esta región no solo es disfrutar de estos paisajes únicos, también es pasear por una historia que se remonte miles de años atrás.

Y Cinque Terre, tan distinta. Sus coloridas casas que parecen cubos de construcción apoyadas unas en otras y colgadas de acantilados enmarcadas por el verdor de los pinos y los viñedos y casi mecidas por un transparente mar. Y luz y color.