AGUA Y PIEDRA

 

Recorrido    del día 5 y 6:
Civitavechia-Tarquinia-Sorano-Pitigliano-Sovana-Saturnia- Baños de San Filipo-Castiglione D'Orcia-Abadia de Sant Antimo-Pienza-Montepulziano

EL AGUA 

18 de septiembre, lunes.

Itinerario: Saturnia-Baños de San Filipo- Castiglione D’Orcia

Pernocta: Aparcamiento de autocaravanas: 43.0028, 11.6155

Por la noche nos asustamos algo porque nuestra amiga peluda tuvo unas heces blandas y con unas gotas de sangre. Casi nada, pero no es ninguna jovencita así que con cualquier cosilla nos preocupamos. Creemos que ha podido ser unas latas de comida blanda que la compramos para animarla a comer cuando tiene menos apetito.

Preparamos la autocaravana para posibles “accidentes” de nuestra compañera, pero la noche resultó estupenda, fresquita, agradable y sin incidentes. Como siempre a las 7,30 estamos despiertos y a los 8 decidimos vencer a la pereza. Desayunamos y nos preparamos para darnos otro baño en las termas. 

Nuestra siguiente parada estaría en  los baños de San Filipo donde hay también otras termas, aunque según he visto en las fotos, están en una ladera de  mayor pendiente y son más recogidas, no abriéndose  tanto como las del molino pero desconocíamos  si nos podríamos bañar o no por lo que ante la duda, decidimos mojar nuestros bañadores aquí y ya veríamos si allí repetíamos.  Sabemos que estas cascadas son cómodas y agradables.

Así que a las 9.30 emprendimos el camino. Cuando llegamos ya había gente, menos que ayer, pero había. Buscamos nuestro hueco y estuvimos disfrutando del baño y de este sitio tan peculiar.

Regresamos y partimos hacia los baños de San Filipo. A la hora de dejar el área, sobre las 11,30 se veían más huecos para estacionar la autocaravana. Asi que a mi juicio, la mejor hora parece ser a partir de esta sin tener en cuenta si es o no fin de semana porque el lleno es similar.

Y esta vez,  sí encontramos  sitio en el aparcamiento de un belvedere para disfrutar de todo el conjunto de la cascada del molino justo desde enfrente. Preciosas vistas y precioso lugar. Desde aquí se  puede contemplar  desde lejos y con otra perspectiva que merece la pena, ya que estas cascadas se abren en un hermoso abanico.

Y de muevo estamos en las carreteras toscanas, deformadas, con agujeros aunque sean superficiales. A veces la autocaravana se mueve como si fuera una auténtica coctelera, hacia arriba, hacia abajo y lateralmente, según las deformidades. Por el contrario, los paisajes son hermosos, de una sencilla belleza donde los campos desnudos preparados ya para el invierno, se alternan con pedazos arbolados y zonas con densa vegetación suceden a otras donde predomina un paisaje con escaso arbolado. Y las suaves lomas se suceden unas a otras. No dejamos de ver las casas solariegas toscanas, en lo alto de las cimas y rodeadas de pinos o cipreses.

Y seguimos sin encontrar pan. Desde que hemos llegado a este país no lo hemos conseguido y sobrevivimos con un pan de larga duración que trajimos de España y que hemos acabado esta mañana y ya hemos tenido que sacar del congelador, que son nuestras reservas de emergencia

Y llegamos a Baños de san Filipo pero no podemos acceder a los aparcamientos. Unos operarios nos señalan que está cortada la carretera por lo que damos la vuelta y regresamos a la parte inferior donde vimos sitios para aparcar.

Dejamos la autocaravana y ascendemos por una carretera donde vemos bastantes espacios libres. Es de pago y están a lo largo de ella. Estamos a 500 metros y llegamos enseguida. Dejamos la carretera para adentrarnos  en una zona boscosa y caminamos por un ancho camino arbolado de grandes pinos donde abunda la sombra. Está muy señalizado con el nombre de “pozo blanco”. Carteles avisan de que hay que pagar 2 euros por cabeza. Me molesta porque hemos decidido que no nos vamos a bañar, que solo queremos verlos, pero aun así tenemos que abonarlo.

Descendemos por este ancho camino y a nuestra izquierda vemos unas paredes blancas formadas por depósitos calcáreos  por las que cuando haya agua debe descender en cascada. El agua discurre en un arroyo, el Fosso Bianco que, entre cascadas y pozos de agua, regala a los presentes un espectáculo impresionante. Ahora en verano, no hay cascadas por lo que el agua, también sulfurosa,  proviene de un pequeño río que desciende serpenteando y a lo largo del cual la gente se ha colocado en pequeñas oquedades o pozas. No obstante el sitio es magnífico, pequeño, recogido pero hermoso aunque ver el agua descolgarse por estas enormes paredes blancas verticales debe ser todo un espectáculo. 

El entorno que lo rodea está arbolado de pinos y robles cubriéndolo de una agradable sombra. Aunque este sitio tiene su belleza, prefiero la cascada de El Molino. Más cómoda y  para mi, más bonita, aunque este  tiene también su belleza, distinta, más recogida, más sencilla.

Regresamos sobre nuestros pasos y ponemos rumbo a donde nos encontramos ahora, Castiglione D’Orcia, un pueblo declarado Patrimonio de la Humanidad. Nos dirigimos a su aparcamiento de autocaravanas (43.0028, 11.6155), cómodo y con unas hermosas vistas. Ya había media docena de autocaravanas.

Comemos y mientras fregamos viene una Laika italiana cuyos propietarios hablan a gritos y parece que los tenemos metidos en nuestra autocaravana por lo que decidimos mudarnos a otro lugar. Mejor, aunque ahora tenemos unos vecinos en una camper, alemanes y viejos, lo que sería sinónimo de gente tranquila, pero que igualmente hablan como si estuvieran sordos. A lo mejor lo están.

Tras descansar nos acercamos a visitar el pueblo en una ubicación estratégica en la Vía Francígena. Esta vía es el nombre oficial que recibe una ruta que discurre de norte a sur por el centro de Europa, comenzando en la ciudad inglesa de Canterbury y finalizando en Roma y fue utilizada desde la Edad Media.

Como los visitados hasta ahora, la piedra dorada y el mármol travertino, son las reinas del lugar. Dominado por las ruinas de la antigua fortaleza de lo Aldobrandeschi que se alza en lo alto de esta localidad, paseamos por sus  calles empedradas, jalonadas de hermosas casas y plazoletas encantadoras, pero no nos resulta más bello que la primera localidad  que visitamos, Sorano. Castiglione parece más recogido, más sencillo.

Y por fin encontramos una tienda de alimentación que nos vende pan lo que nos llena de alegría, por tonto que parezca. No podemos elegir mucho, pero nos vamos contentos.

Cuando estamos llegando al aparcamiento, vemos como una pareja de abueletes llena botellas de agua de plástico en un puesto o pequeña marquesina metálica. Y como tengo una edad en la que ya hay que arrepentirse de hacer cosas y no quedarse con las ganas, pregunté. Resulta que es la “moderna” fuente del pueblo. 

Es un quiosquillo metálico, con media docena de grifos que expenden agua mineral y no mineral y con gas y sin gas. Procede de un manantial y esta tratada ya. Es gratuito. Es la primera vez que veo esta “fuente moderna” que parece sustituir a las de piedra, y aunque estas últimas son más bonitas, no dejo de reconocer que es bastante más practica con un “surtido” más amplio que recorre varios gustos.

Y ya de regreso a la autocaravana reviso la documentación y preparo un poco el itinerario de mañana dejando dibujado el del miércoles. Desde Civitavecchia el viernes por la noche, no nos hemos conectado a la luz y por lo que veo en las dos siguientes pernoctas tampoco va a ser posible. Cuento cinco días. Nos estamos moviendo continuamente, pero no estaría de más hacerle una buena carga.

La noche nos ha abrazado y hemos dejado de contemplar el hermoso paisaje que se abre al parabrisas de la autocaravana.

LAS CIUDADES DE PIEDRA

19 de septiembre, martes.

Itinerario: Castiglione D’Orcia- Abadia de Sant Antimo-Pienza-Montepulziano

Pernocta: Aparcamiento autocaravanas en Montepulziano: 43.0960, 11.7872

Cuando escribo esto es ya miércoles. Y es que ayer se me pasó el tiempo estudiando y ajustando tiempos de la ruta. El punto de inflexión está en Cinque Terre pero allí no podemos llegar en un fin de semana si no queremos perecer absorbidos por las masas de turistas, así que nuestra llegada la tenía que ajustar para llegar  el lunes siguiente, y en esa misma semana, el viernes, embarcábamos de regreso. Así que hemos estado ajustado tiempos, rutas, etc., y hemos hecho algunos cambios.

Visitar, por ejemplo, como esta mañana, la Abadia de Sant Antimo, está bien. Es interesante. Pero en el desplazamiento y la visita invertimos casi toda la mañana y llegamos a nuestro siguiente destino, Pitigliano, pasadas las 12. Tenemos que priorizar y dedicar más tiempo a destinos con mayor carga de arte e historia. Así teníamos previsto visitar la Abadia de Monte oliveto y Monticcielo, y lo hemos dejado ya que tendríamos que invertir mucho tiempo. En su lugar visitaríamos antes  Cortona y Arezzo.

Pero regreso a la mañana del martes.

Después de desayunar nos acercamos a buscar pan a donde lo compramos ayer y tras  este agradable paseo partimos hacia la Abadía de Sant Antimo que no abría hasta las 10.

Una vez más, tortuosas carreteras que muchas veces ascienden y descienden. Tamaño justo pero suficiente y todas deformadas. En Francia dirían que “chausse deforme” pero aquí dicen que son “blandones”, pero todas las carreteras están así. Hay que ir con cuidado.

Llegamos al aparcamiento para autocaravanas de la abadía. Plano y tranquilo sobre tierra. Posible pernocta. Pero…vemos a lo lejos el complejo que dista 500 metros que tenemos que hacer caminando por la carretera que termina en un aparcamiento solo para turismos o…camper. Me molesta, pero bueno. Aquí tuvimos que invertir tiempo en ir y volver.

Esta abadía es uno de los más hermosos monumentos de estilo románico de Toscana, con referencias a modelos franceses y lombardos.  Del siglo XII, algunas leyendas dicen que la  iglesia fue encargada por Carlomagno.

Su aspecto exterior es muy armonioso.

La abadía benedictina es un soberbio edificio con una estructura de roca travertino con vetas de alabastro lo que le confiere un brillo siempre cambiante en función de las variaciones de color del cielo y del paisaje circundante. Su elegante campanario es de estilo románico lombardo y su estampa queda embellecida por el gran ciprés que parece custodiarla

Prácticamente solo se conserva la iglesia, pero está en muy bien estado.  Su interior consta de tres espaciosas naves divididas por grandes columnas  cuyos capiteles están decorados con elementos geométricos. Es elegante y austera a la vez que luminosa. Especialmente hermosa es su girola.

Las naves laterales están abiertas en su parte superior y pudimos acceder a ellas dando la vuelta por la girola, lo que me resultó novedoso y curioso.

Vimos que la mayoría de la gente únicamente visitaba la iglesia por abajo. Nosotros no preguntamos y pagamos una visita que incluía el acceso a esta parte superior además de alguna otra estancia que a mi juicio no tenía mayor interés. Decir que con el pago tuvimos derecho a una audio guía en castellano (un teléfono móvil con cascos) de la que escuche la mitad además de resultarme incómoda ya que en las manos tenía que llevar mi teléfono móvil, la cámara de fotos, el teléfono donde está la audoguía y los cascos.

Regresamos a la autocaravana y nos dirigimos hacia Pienza

Y el paisaje hasta esta ciudad es de enorme belleza. Contemplamos muchas suaves lomas que se encuentran todas “habitadas”. En todas observamos espléndidas casonas de piedra dorada, rodeadas de pinos y o cipreses y en todas sin excepción el camino aparece señalado por una hilera o dos de cipreses. 

Desde estas “cimas” pueden contemplar sus campos cultivados. Y, girando desde un solo punto podemos contemplar un paisaje de suaves lomas que se suceden unas a otras con sus casas solariegas y rodeadas de viñedos y olivos aunque esporádicamente aparecen manchas boscosas de robles y encinas

Y sumergidos en este paisaje tan típicamente toscano que otros antes que nosotros han descrito y del que se han enamorado, llegamos a Pienza y en lo que parece su calle principal, nada más entrar,  un español nos ofrece su lugar de aparcamiento al marchar, pero, conduce Angel y no cabe en cualquier sitio. En ese mismo momento pensé si no nos podríamos arrepentir de ni siquiera intentarlo, como así fue, porque conseguir aparcar en esta localidad se convirtió en una pesadilla, incluso pensamos en que tendríamos que irnos sin visitarla.

Durante una hora estuvimos deambulando de aparcamiento en aparcamiento.  El destinado a autocaravanas, era caótico ya que estaba lleno de turismos y casi se convirtió para nosotros en una ratonera. Desesperados encontramos una explanada a la entrada junto al polideportivo y cuando estábamos ya cerrándola Angel vio que había una señal de no camper, así que yo tenía un lugar señalado junto al cementerio y allí nos dirigimos. Pero en ese momento vimos dos o tres autocaravanas aparcadas a la salida de una urbanización junto a la carretera. No se veía por donde habían entrado, pero lo dedujimos y aunque nos encontramos con una señal de dirección prohibida, la ignoramos y nos colocamos al lado de las otras. Después de nosotros entrarían dos más.

En Pienza, Patrimonio de la Humanidad, el Papa Pio II mandó levantar palacios renacentistas sobre el entramado de callejuelas medievales  en la que fue su ciudad natal.

El primer nombre de esta ciudad fue Corsignano y con una bula papel  se cambió su nombre por el de Pienza, ciudad de Pio y se contrató a un famoso arquitecto que había soñado con crear una “ciudad ideal” del renacimiento.  Conservó en su mayoría el trazado medieval de Corsignano, aunque se añadió un nuevo eje. 

Caminamos por una bonita calle central, muy animada a estas horas, con comercios y restaurantes llenos de gente disfrutando de sus comidas hasta llegar a la   plaza grande donde se levantaron los edificios más importantes de la ciudad. En total se construyeron o reconstruyeron unos cuarenta edificios públicos y privados en el pequeño casco histórico.

Esta pequeña pero hermosa plaza está rodeada de nobles edificios y palacios. En el centro un círculo marca el punto a donde deben acercarse los quesos que en un curioso concurso juegan los vecinos de la localidad.

Fuera de la plaza, la calle central y algunas aledañas, la localidad no tiene mucho más interés. Sorano por ejemplo me ha parecido más encantadora, pero la diferencia está entre la arquitectura popular como en Sorano o Sovana, o la religiosa y civil aristocrática, como en Pienza además la cantidad de gente que había, lo que me sorprendió mucho. 

Había muchos, muchos turistas. Oímos hablar inglés y otro idioma que podía ser polaco o de algún país del Este. Yo creo que habían soltado autocares porque era lo único que podía explicar la cantidad de turistas que había.

Y de regreso, pequé. Me comí un helado de dos bolas, una de nueces y otra con un sabor “experimental”: queso. Sí, queso, y qué delicia. Me arrepentí de no haber pedido todo el helado de queso porque además, no volví a encontrar este sabor en el resto del viaje.

Dejamos esta localidad para poner rumbo a Montepulciano. 

Aparcamiento para autocaravanas estupendo (43.0960, 11.7872). Rodeado de pinos y al fondo con unas espectaculares vistas al valle, pero nosotros tenemos que priorizar la sombra que nos protegiera a nosotros pero sobre todo a nuestra compañera y que no disfrutaba de esas vistas.

Nos instalamos, comimos, descansamos y partimos para la visita. Al parecer hay navetas que llevan hasta el centro que se encuentra cerca pero sin  tener en cuenta las curvas de nivel, pero eso es en  agosto. Ahora ya no y para subir…casi hay que escalar. El ascensor está estropeado y debe de llevar mucho tiempo así (luego nos quejamos de España) por lo que tenemos que ascender al casco por escaleras primero y calles con pendientes muy pronunciadas.

Siguiendo las indicaciones del teléfono que se ha hecho imprescindible para todo, y a través de lo que parece la calle central o principal, llegamos a la Piazza grande, el corazón  de Montepulciano, después de trepar ya que está  en el punto más alto de la ciudad, rodeada de  un conjunto monumental que incluye la catedral y el Palazzo Comunale con su fachada gótica coronada por la gran torre.

Estamos rodeados de bellos palacios y  suntuosas residencias que captan nuestra mirada y que han sido testigos mudos principalmente durante los siglos  XIV y XV.

La Piazza grande  es famosa en todo el mundo no por su arquitectura sino por haber salido en la película Luna Nueva de la saga Crepúsculo, lo cual atrae también a otro tipo de turismo.  

Es una ciudad productora de vino por lo que las bodegas jalonan sus calles. Y hay otra ciudad subterránea por debajo de ella, llena de cavas.

La de De’ Ricci leo que es enorme y tiene la sala más bonita de todas. Es “la catedral”, una gigantesca bodega dividida en tres naves por pilastras de casi siete metros de altura que sustentan arcos y bóvedas de crucería. Intentamos visitarla pero estaba cerrada ya que tiene horarios. El último de hoy había sido a las 17 o 17,30 y mañana hasta las 10 no abría.

La de Ercolani es un verdadero laberinto de salas, la llaman “ciudad subterránea”, tiene hasta dos tumbas etruscas. Y aquí fuimos invitados a entrar, lo que no dudamos. Descendimos contemplando las barricas, viejas y las nuevas y otros viejos objetos que tenían expuestos y guardados.

Y tengo que confesar que me preocupé cuando en un momento busqué la salida y no la encontré, porque además estábamos solos. Y doy gracias a mi mala memoria al no recordar que la calificaban como de “auténtico laberinto”. Esta preocupación hizo que disfrutara menos de esta solitaria visita. Para mi tranquilidad, una señal nos mostró la salida.

Arriba la tienda estaba llena de polacos haciendo una cata y apenas podíamos movernos. Nos detuvimos a ver algunos vinos y precios y pedimos catar un par de ellos. No entendemos, solo sabemos si nos gusta o no. Los probamos y nos dijeron que si nos llevábamos tres botellas nos descontaban 5 euros, así que, caímos y salimos con las tres botellitas de vino. Probada una de ellas puedo decir que nos pareció muy bueno.

Y ya decidimos regresar casi cayendo la noche, lo que me intranquiliza mucho. Localizamos un supermercado a 100 metros del aparcamiento. Mañana por la mañana sería el momento de abordarlo.

Yo aproveché para darme una ducha y después de nuestra cena y ver un poco de una serie nos fuimos a dormir. Me deje los tapones para los oídos al lado ya que el aparcamiento está junto a la  estación de autobuses y algún comentario que leo dice que calientan motores a las 5 y despiertan, pero amanecí a las 7,30 de un tirón. Ni un ruido. Quizás es porque nos situamos justo al otro lado de los autobuses, lo más lejos posible.

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