RINCONES TOSCANOS

 

Recorrido del 11 y12: Monterroso al Mare-Pisa-Orvieto- Civita de Bagnoreio-Lago Braciano

26 de septiembre, Martes.

Itinerario: Monterroso al Mare-Pisa

Pernocta: Camping Torre Pendente. Pisa. (43.7247, 10.3830). 

Nos vamos. Desayunamos, cargamos agua en la propia parcela ya que todas tienen su toma, descargamos grises y negras y partimos a las 9,30 rumbo a Pisa. Será la primera gran ciudad de la Toscana que veamos en este viaje.

En nuestro camino de regreso hasta la autovía, vamos viendo pueblines pequeños similares a los de Cinque Terre que están literalmente colgados de las verdes laderas de la montaña. Parece un cuadro naif con fondo verde y cubitos de vivos colores apoyados unos en otros desafiando la gravedad. Y vemos también muchos autocares, contamos casi media docena. Deben de provenir de los cruceros que los desplazan hasta la Spezia para allí tomar un tren que los desplace por las cinco ciudades. O a lo mejor los cruceros están en La Spezia y estos autocares vienen de otro sitio.

En poco más de media hora llegamos a la autovía y mientras circulamos nos ocurre un extraño incidente.

Adelantamos a un turismo que va muy despacio por el carril derecho. Casi al terminar la maniobra, oímos un fuerte golpe en la autocaravana. Miro asustada por ambos retrovisores y el cuadro de mandos y no veo nada, pero ese coche nos adelanta y nos hace señas de que algo pasa. Yo sigo preocupada pero no tengo donde detenerme. Solo el arcén que tiene el tamaño justo. Decido pararme pensando en que puede peligrar nuestra seguridad o la de otros. Angel se baja  con cuidado y mira el costado derecho y atrás. No ve nada extraño. Y yo observo como el turismo que nos ha avisado  y que se ha detenido unos 100  metros adelante en el arcén se acerca a nosotros marcha atrás por el mismo arcén.  Con mi ingenuidad –que parece mentira con mi edad- pienso en lo buena persona que es que se detiene y se acerca para decirnos donde ha visto él el problema. Pero Angel es más desconfiado que yo y me dice que cierre todas las puertas y la ventana.

Cuando llega junto a nosotros,  el conductor se baja y nos señala su espejo retrovisor, el izquierdo, que está roto. Angel de forma contundente agita su mano  negándolo y diciendo que de ninguna manera, que no hemos sido nosotros. Así que el joven en cuestión, bien vestido, se sube al coche y desaparece.

No dejamos de pensar en el incidente. Para darle un golpe en el retrovisor nos hemos tenido que acercar a escasos 20 cm del turismo. Casi para causar un grave accidente. No es posible, así que deducimos que nos ha tirado algo que nos ha golpeado para hacer más creíble su versión y convencernos de parar. Lo que pretendía era que nos hiciéramos cargo de su rotura, o peor aún, robarnos. Solo vimos a una persona, pero no sabemos si iban dos. Con la perspectiva del tiempo ahora pensamos que cualquiera de las dos posibilidades era posible e incluso añadir otra, como es pedirnos una cantidad de dinero para arreglarlo y no dar parte.  

Como dice mi nuera, que han viajado por países pobres como india o Sudáfrica, u otros países del surereste asiático, que allí nunca han visto amenazada su seguridad y sí han sentido esta amenaza en la propia Europa y en Norteamerica, justo en los países más ricos.

Hemos llamado al seguro para comunicarlo y hacerlo constar no sea que vaya a un puesto de policía a contar no sé qué versión. Y  cuando hemos llegado al camping en Pisa  y lo hemos revisado todo de nuevo,  para nuestra sorpresa hemos encontrado un pequeño picotazo, como la punta de un bolígrafo,  que ha aboyado milímetros la carrocería a la altura de la puerta de la cabina del coopiloto. No se aprecia si no se ve al contraluz y seguramente permanecerá allí como “herida de guerra” el resto de los días. No ha pasado nada. No nos ha pasado nada en la autovía, no le ha ocurrido nada a la autocaravana y estamos todos bien. Quedará como una anécdota más.

Hemos parado en el primer sitio que hemos podido, una gasolinera y allí hemos coincidido con un camión español que llevaba coches. Le hemos comentado el incidente y nos ha dicho que en Italia le han robado dos veces mientras dormía. Nos hemos despedido y nos ha deseado no vernos, ya que lo que lleva son vehículos averiados.

Continuamos nuestro camino hasta el camping de Pisa, el Torre Pendente, donde estuvimos hace más de 30 años (43.7247, 10.3830).  El área para autocaravanas costaba la mitad, pero estaba en un secarral y a más de 2 km de la ciudad. Hoy la temperatura prevista a las sombra era de 26 o 27 grados y  nos inquietaba dejar a nuestra amiga peluda dentro, al sol, cuando exteriormente podríamos fácilmente superar los 30 grados. Seguramente bien aislada y con el enfriador dentro estaría bien, pero no nos quedábamos tranquilos.  Así que decidimos venir a este camping que cuesta 36 euros y en el que tenemos sombra y podremos dejarla más tranquilos  aparte de estar a tan solo 10 minutos caminando del Duomo.  

Y el camping, sin ser una maravilla, está bien. Tiene lonas semitransparentes colocadas en la parte superior de tal manera que aseguran la sombra. Nos dirigen a una zona determinada ya que en su página web ponen que no admiten estancias de menos de cinco días, pero que sobre la marcha y entrando antes de las 15 horas no suele haber problema para encontrar sitio.

Ahora por la noche, sobre las 18,00 horas casi no queda ninguna parcela libre. Y recuerdo la fecha: 26 de septiembre.

Caminamos hacia el centro histórico. En tan solo 10 minutos traspasamos la puerta que  abre a nuestros ojos el espectáculo maravilloso de la plaza de los Milagros. En un primer,  plano y de forma súbita, vemos todo el conjunto monumental: el Baptisterio, la catedral y la torre inclinada. Luce un maravilloso sol iluminando el inmaculado color blanco del mármol de estos edificios que resaltan sobre el césped verde. Es una imagen idílica, si no fuera por las hordas de turistas que pueblan todo y que  como en densos grupos de pequeñas hormigas están moviéndose nerviosamente por todos los lados. No solo me incomodan, me agobian, y no puedo soportar los que se hacen la típica foto sujetando o empujando la torre. Por muchos años que pasen, la tontería sigue caracterizando a mucha gente. Desafortunadamente, eso no cambia.

Nos acercamos a la catedral y para entrar nos piden el ticket y de malas maneras nos dicen donde adquirirlo. Deben estar muy hartos de tanto turista porque realmente llegan a ser muy desagradables cuando su trabajo consiste en tratar con ellos.


Nos acercamos a la torre inclinada donde vemos como la gente hace cola para subir previo abono de 20 euros (aunque también incluya la visita a la catedral). 

Esta torre es  el campanario de la catedral. Data del s. XII y su construcción duró unos 177 años. Tiene 58,36 m de alto. Su característica inclinación sucedió inmediatamente después de comenzarse a construir el edificio, cuando el terreno se fue hundiendo.

En el Campo Santo, nos colamos.  Es una tontería, pero me siento exprimida, así que me produce un placer especial colarme aunque solo me haya ahorrado 3 euros, la diferencia entre  los que cuesta el ticket que incluye  catedral, baptisterio y campo santo o solo catedral y baptisterio.

Con ese “regustillo” damos toda la vuelta al campo santo, del siglo XIII, paseando por su enorme claustro de forma  rectangular y donde vamos encontrando todo tipo de sepulturas de las más sencillas a imponentes sarcófagos que a lo largo de los siglos han sido sumándose. Y es que aquí los cruzados depositaron arena del Monte Gólgota por lo que es considerado tierra sagrada siendo un honor y reconocimiento estar enterrado aquí. 

A los personajes más destacados de Pisa, se les enterraba en el jardín central del cementerio o en los antiguos sarcófagos romanos. El lugar bajo los arcos, era reservado a los ciudadanos más prestigiosos de Pisa, pero durante la restauración del siglo XIX, los sarcófagos fueron colocados bajo los arcos, donde se encuentran actualmente.

Y saliendo de aquí no podemos librarnos de ir a comprar los tickets para visitar la catedral y el Baptisterio.

El interior de la catedral elegante y bello,  reúne elementos del arte cristiano, árabe, normando y bizantino, creando un estilo que se cree anticipó las obras del famoso renacimiento florentino.  Su construcción se inició en el siglo XI, junto a la Basílica de San Marcos de Venecia.  Lo que contemplamos es el resultado de varias modificaciones, ampliaciones  y restauraciones acaecidas a lo largo de los siglos.

Y terminamos con el Baptisterio, del XII cuyo diseño conjuga el estilo románico en su base y el estilo gótico en su parte superior. Es el más grande de todo el país. En el centro se encuentra la enorme pila bautismal. Ascendemos al piso superior y mientras lo hago compruebo las inscripciones en lapicero que hay en las piedras de la escalera. Y desde arriba se tiene una bonita vista de la pila y de toda la parte inferior, además de contemplar una bellísima imagen del Duomo desde una de las ventanas.

En el exterior hace calor y la gente se acumula alrededor de los edificios protegiéndose del sol en su sombra. Nosotros decidimos dirigirnos a la Plaza de los Caballeros. 

Caminamos por solitarias calles hasta llegar a este lugar,  una de las plazas más bellas de la ciudad. Esta plaza constituye el centro renacentista de Pisa.  No hay gente, parecen que se han quedado atrás por lo que disfrutamos de su elegancia y tranquilidad.  Esta plaza fue el lugar más simbólico del poder civil de Pisa, durante largos siglos. En la actualidad, está su Universidad por lo que encontramos los alrededores llenos de estudiantes.    

Y decidimos poner rumbo hacia el río Arno, al  puente de Mezzo que lo cruza y al corso Italia, al otro lado, pero mientras lo hacemos en la plaza de Dante vemos restaurantes llenos de estudiantes. Comprobamos que los precios son baratos y siendo ya las 14,30 decidimos tomarnos unas pizzas y ensalada. Y yo…no pude con la mía y me quedo con ganas de pedirme un tiramisú, pero mi cuerpo no admite más.

Y seguimos hacia el rio. Allí contemplamos casas, palacios  y hermosos edificios medievales y renacentistas, alineados homogéneamente a ambos lados del Arno. Es una bella estampa de la ciudad.

Atravesamos el puente Mezzo y nos introducimos un poco en la Vía corsa Italia, peatonal y llena de comercios y de gente y giramos a nuestra derecha para caminar por la otra orilla del río hasta la iglesia de Santa Maria della Spina, una pequeña y hermosa iglesia gótica de mármol que ahora casi deslumbra con el sol iluminando su fachada de mármol blanco. Su nombre se debe a que en el año 1333, custodiaba una importante reliquia: una de las espinas de la corona de Jesucristo. La encontramos cerrada, así que decidimos ir regresando trazando un círculo guiados de nuevo por el google maps que nos llevó de nuevo a la plaza de los Milagros donde el número de turistas había descendido considerablemente. Y volvimos a admirarla disfrutando de toda su belleza…aunque con turistas.

Ahora, con un poquito más llegábamos al camping. Y es que nos preocupaba Tula ya que hoy había hecho un calor de verano. Y cuando llegamos en el interior había 28 grados ya que el sol entraba un poco por el parabrisas delantero.

Casi desfallecidos nos quedamos descansado un poco, disfrutamos de una relajante y energética ducha, dimos un paseo con nuestra amiga que llevaba casi dos días en los que apenas andaba y ya solo nos quedaba cenar e irnos a dormir para mañana poner rumbo a Orvieto.

Visto lo visto hoy en Pisa, y recordando lo que nos pasó en Siena,  descartamos Florencia donde pensamos que el número de visitantes sería mucho mayor a lo que tenemos que sumar desplazamientos más largos y zonas donde dejar la autocaravana más inseguras.  Lamentablemente pensamos que no podremos visitar determinados lugares emblemáticos de ciertas grandes ciudades italianas sin estar rodeados de masas ingentes de turistas. Viajar se ha puesto de moda. Unos lo hacen porque les gusta, y otros, para hacerse el “selfie” de rigor  y decir que han estado allí u otros motivos que no entro a valorar. Las redes sociales han puesto de moda sitios que hace unos años eran casi desconocidos y todos, queremos llegar a conocer esos lugares. Pero el turismo de masas les roba su belleza.

27 de septiembre, Miercoles.

Itinerario: Pisa-Orvieto- Civita de Bagnoreio

Pernocta: Lubriano. Area de autocaravanas (42.6350, 12.1048).

Nos han despertado los vecinos de al lado. Eran las 7,30 de la mañana y hablaban como si fueran las 10. Les hemos llamado la atención pero no solo se han sorprendido por nuestra queja, sino que  han señalado el reloj  como indicándonos que ya era hora. Y nos hemos encontrado una tienda de campaña casi metida en nuestra parcela, tienda que se han apresurado a desmontar.  Estos hechos me confirman que muchos alemanes salen de su país y todo es ya fiesta.

Después de darnos una estupenda ducha hemos partido hacia Orvieto a tres horas de camino. Autopistas, y en algunos sitios puntuales, mucho tráfico. Hemos entrado de nuevo en la Toscana y los paisajes de suaves colinas con los abetos custodiando o marcando el camino que lleva a las casas solariegas rodeadas de pinos y abetos  mirando hacia un paisaje cultivado de viñas y olivos, vuelve a ser habitual. Me gusta ese paisaje. Me transmite serenidad.

Hemos llegado a Orvieto cerca de las 12,30 y hemos atacado la ardua tarea de encontrar un aparcamiento. El primero, fallido. Yo no sé cómo entra la gente y cabe en determinados sitios con autocaravanas más grandes que la nuestra.

Nos hemos encaminado al segundo marcado, con la idea de que si no encontrábamos, nos iríamos al área donde tenemos que pagar 20 euros, y da igual que sea por 1 hora o por el día completo. Y no es lugar para pernoctar porque está entre dos vías de tren, una de ellas de alta velocidad donde leo que los trenes pasan hasta las 11 de la noche, y la autovía  también está cercana. Así que hemos intentado la segunda donde decían que solo había cuatro plazas para autocaravanas.

Pero la suerte nos ha acompañado y hemos encontrado sitio, incluso con sombra. A la puerta de donde estuvimos hace más de 30 años, de la necrópolis de El crucifijo del Tuffo. Decidimos llevarnos a nuestra amiga. Haremos como mucho 5 km y hace dos días que apenas camina.

Iniciamos el ascenso a la ciudad que se encuentra, como no, en la cima. Lo hacemos por escaleras sencillas, no muy empinadas y caminos, para salir a la muralla, donde tras pasear unos metros paralela a ella, traspasamos una puerta  y caminamos por dentro de la ciudad poniendo rumbo al Pozo de San Patricio guiados de nuevo por el google map.

Atravesamos la ciudad callejeando por estrechas y tranquilas calles y no tardamos mucho en llegar a este curioso lugar.  

Este pozo o aljibe fue mandado construir por el papa Clemente VII en el siglo XVI para garantizar a la ciudad una reserva de agua en caso de invasión.

Para entrar nos tenemos que turnar para cuidar de nuestra amiga. Primero entro yo y luego Angel

Se trata de una especie de torre, hueca y que desciende. Inicio la bajada a este pozo por los 248 escalones que descienden a una profundidad de 62 metros iluminado por 70 ventanas por las que es posible asomarse para ver la profundidad y altura del lugar. Con una anchura de más de 13 metros permite que animales como burros bajaran a tomar el agua y llevarla arriba.  

Tiene dos grandes puertas en los lados opuestos que llevan a sendas escaleras de caracol, una que desciende y otra que asciende y que son independientes de tal manera que quien baja no se encuentra con el que sube. Tiene por tanto una forma helicoidal donde las escaleras (de subida y bajada) se superponen. Una obra de ingeniería. En la parte central, hay abiertas muchas ventanas que le dan luminosidad.


El descenso es fácil, hasta llegar al fondo del pozo donde hay un puente de madera sobre el nivel del agua que lleva a los visitantes de un lado al otro. Ahora hay que ascender y esto se hace algo más duro.

Una vez en el exterior relevo a Angel que inicia la visita.

Dejamos el pozo, ya cansados, para dirigirnos a la joya de esta ciudad, el Duomo. Lo hacemos por una bonita calle por la que el tiempo parece haberse detenido si no llega a ser porque las mesas de los restaurantes y los distintos negocios que brindan sus artículos nos traen de vuelta al siglo XXI.

En poco tiempo llegamos y lo hacemos por un lateral. Pero conservo aún en mi memoria las imágenes imponentes, sorprendentes, a la vez que nítidas, de la fachada de esta catedral iluminada por el sol de la tarde …hace más de 30 años. Así que no quiero mirar más para no dilatar el encuentro entre el pasado y el presente, y me dirijo a su parte frontal. Quiero tenerla de frente en un solo vistazo. Sigo, sin mirar, hasta que en un momento determinado me detengo y giro para ponerme frente a ella. Y…¡qué belleza!. Es…deslumbrante, hermosa, elegante…

Del siglo XIII, este edificio merece el calificativo de obra maestra de la arquitectura gótica en Italia.


Como hace más de 30 años el sol del medio día ilumina su fachada. Sus mosaicos dorados brillan y contrastan con el resto de los motivos que la decoran. Es una joya. Alegre y vistosa, atrapa la mirada y es difícil alejar la vista de ella. Frente al duomo, hay bancos de piedra pegados a la pared aprovechando la sombra de los edificios y están llenos de gente, pero nada que ver con Pisa. Hay turistas, pero asumibles.

Hace 30 años, viajando en nuestro R-11 con nuestra tienda de campaña, buscábamos un camping para pasar la noche. Y casualmente atravesamos esta plaza. Ahora ya no se puede al ser peatonal. Ya entonces nos quedamos hechizados por la belleza de su fachada. Como ahora, pese a que nuestra mirada, no es la misma.

Y siguiendo la tradición, entro yo primero. Es así, porque soy la más impulsiva de los dos y la que menos paciencia tiene y quiero verlo y vivirlo todo sin demorarme. Y es que hace 30 años estaba cerrada y no pudimos visitar su interior.

Y es… impresionante, amplio, luminoso, de una enorme altura. Presenta una increíble variedad de colores en las pinturas de las capillas y en las grandes vidrieras. Los juegos de luz generados por las vidrieras y por un particular sistema de iluminación, la dotan de  un curioso efecto de religiosidad y transmiten la sensación de que el tiempo se detiene mientras  se permanezca allí.

Especialmente bella es la  Capilla de San Brizio que alberga uno de los mayores ciclos pictóricos del Renacimiento iniciado por Beato Angelico y terminado por Luca Signorelli  entre el siglo XV y XVI con el juicio final como tema. El interior también alberga obras maestras de la escultura y la pintura.

Aunque su exterior me resulta más bello, el interior no desmerece nada.  Salgo y le toca su turno a Angel. Mientras le espero protegida por la sombra de los edificios que conforman la plaza, admiro los bajorrelieves de mármol de la catedral que representan imágenes e historias religiosas.    

Angel sale también extasiado. Y sobre todo algo que se agradece mucho, poca gente. Desde el exterior y por su lateral izquierdo se puede acceder a la Capilla Corporal,  que conserva frescos basados en escenas bíblicas y representaciones sagradas.

Tanto la capilla de san Brizio como la Corporal son consideradas entre las obras maestras del arte renacentista italiano, que muestran una notable atención al detalle y un realismo extraordinario.

Desde aquí decidimos regresar, pasando antes por la impresionante torre del moro que se eleva solitaria 47 metros hacia el cielo. Cuando fue construida se llamaba la Torre  del Papa.  En el siglo XVI la torre fue llamada del Moro, casi seguramente con referencia al apelativo del propietario del palacio bajo la torre, el Moro.

Guiados por el teléfono (qué maravilla, no sé cómo lo hacíamos antes bueno, si lo sé, invirtiendo más con dolores de cabeza y de pies cuando nos perdíamos) encontramos el camino de regreso.

Después de comer y descansar media hora, entramos en la Necrópolis.  

Y allí nos ocurre  lo que podríamos calificar de un curioso anacronismo: los billetes de entrada los expide una máquina donde puedes elegir el idioma y pagas con tarjeta, pero, resulta que es un señor el que corta ese billete y supervisa.  Parece sin sentido, pero no olvidemos que estamos en Italia.

Y entramos a la necrópolis. Aquí estuvimos hace más de 30 años pero apenas tengo recuerdos. Caminamos por las calles de esta peculiar ciudad  de los muertos en las que se alinean las tumbas, una tras otra, como si fueran pequeñas viviendas. Son todas iguales y una se sucede a otra. En el dintel figura el nombre de su “propietario”. Pero cuando tomamos el camino de la derecha mi memoria se activa al ver estas peculiares construcciones terminadas en una techumbre de hierba coronado por una piedra ovalada. Esto sí que me resulta familiar.

Aunque Orvieto brinda más lugares que visitar  como su ciudad subterránea, el pozo de la Cava y sus grutas,  nosotros ya estamos cansados y algo aturdidos. No somos ya capaces de asimilar más, y tampoco queremos quedarnos. Es como si tuviéramos cubierto el “cupo” de catedrales, cavas, tumbas…Pero sin duda, Orvieto es un lugar imprescindible para visitar.

Dejamos la necrópolis y ponemos rumbo a la Civita de Bagnoreio.

Teníamos seleccionado un aparcamiento frente al cementerio pero cuando llegamos, a parte de que la entrada era muy estrecha, no había nadie y estaba algo retirado de la ciudad. Si en España nos hubiéramos quedado, saliendo de nuestro país nos sentimos más inseguros así que decidimos irnos. Y  pasamos por otro lugar citado en park4night pero era poco atractivo y estaba en el centro. Luego leemos que además, esta inclinado, así que sin dudarlo, nos dirigimos a la localidad cercana de Lubriano a 3 km donde hay un área (42.6350, 12.1048). 15  euros pero muy bien puntuada.

Cuando llegamos no hay ninguna autocaravana y una barrera nos impide el paso pero en el bar de al lado les solicitamos el acceso y nos abren. Sin duda el lugar es de lo más recomendable, tranquilo y arbolado.

Pregunto para ir mañana en taxi a visitar  la ciudad, pero nos piden 15 euros por ida y vuelta, por familia. Se nos hace caro, así es que no muy pronto, pero tampoco tarde, nos dirigiremos mañana en autocaravana para visitarla.

Y los días que nos quedan, los dedicaremos al recreo.  He localizado unas termas cerca de Viterbo y a lo mejor nos acercamos. Se acerca el final del viaje. El viernes a las 23,55 parte el ferry así que el embarque se iniciara a las 22 aunque nosotros estaremos allí antes. Y el viernes pulularemos por sitios cercanos, nos estableceremos en alguno y esperaremos la noche.

28 de septiembre, Jueves

Itinerario: Civita de Bagnoreio-Lago Braciano

Pernocta: Area de autocaravanas de Trevignano Romano. 42.1588, 12.2237

Nos levantamos con la idea de acercarnos a visitar la ciudad de Banoregio en la autocaravana. Pero cuando vamos a pagar el área nos dice la encargada que es muy incómodo hacerlo así. Que el aparcamiento nos costara 6 euros (2 euros por hora e invertiremos unas 3 horas) y tenemos además 2km hasta la ciudad, total 4 km. Si queremos tomar un autobús que nos acerque nos costará 3 euros ida y otros 3 vuelta. Así que lo pensamos y nos decidimos por el taxi, que será 9 euros más caro que irnos con la autocaravana y nos ahorraremos 4 km. Y es que ya estamos algo cansados ya que la media de kilómetros diarios hasta hoy está en unos 10.


En 15 minutos viene una furgoneta a recogernos. Mientras, paseamos 200 m abajo hasta un balcón para tener las primeras vistas de esta peculiar ciudad que está encaramada en un promontorio que parece elevarse en medio de la nada.

Nuestro conductor ha trabajado en Getafe durante unos años, así que habla castellano. En poco tiempo recorremos la distancia que nos separa del último sitio al que se puede llegar en coche. Desde allí y caminando, vamos siguiendo las señales que nos acercan a la ciudad.

En un mirador vemos al fondo, y encaramada en lo que sería una enorme peña aislada, esta ciudad que está unida por un puente soportado por pilares. Se encuentra en medio de una depresión y rodeado de lomas suaves tapizadas de verdes. Es un sitio más que singular y de una gran belleza.

Descendemos primero hasta la entrada al puente que la conecta al mundo exterior, donde nos piden 5 euros por cabeza. ¡Menuda mina de lugar!. Y comenzamos a cruzarlo. Es tan estrecho que no permite ni el paso de un turismo y usan motos y una especie de quad para transportar cosas a la ciudad. Después de este descenso viene el ascenso y un final duro, aunque corto.

Atravesamos la puerta de entrada, la porta Cava,  para encontrarnos sumergidos en un lugar donde el tiempo se ha detenido y no parece haber pasado. Tan solo unas mesas y sillas de algún restaurante y los pocos turistas que caminamos por su única calle, nos dicen que estamos en el siglo XXI pero todo, todo a nuestro alrededor nos transporta varios siglos atrás.

Y es que esta ciudad ha escrito 2.500 años de historia. Etrusca, romana, lombarda,… hasta convertirse en un municipio libre en el siglo X. Civita se ha ido reduciendo de tamaño a causa de más de un centenar de deslizamientos de tierra, un terremoto en el XVII y más derrumbes en el XVIII y siglos siguientes.

Y todos los rincones a los que nos asomamos son completamente deliciosos. Nos acercamos a la derecha, al final de las calles y vemos que las casas cuelgan hacia el abismo. 

No hay posibilidad de que las casas escalen la ladera como hemos visto en otras ciudades toscanas, como Sorano, o Sovana o Montepulciano. Aquí las paredes se elevan verticalmente por todos los lados, así que han construido en la única parte plana que han podido y asomarse a izquierda o derecha es hacerlo al abismo que lo circunda. Sin duda es un paisaje único. Tan solo vemos una calle y algunas perpendiculares que se cierran al precipicio. Algunas viviendas tienen la suerte de disfrutar de algún jardín pequeño y encantador. 

Y mucha tranquilidad. Vemos turistas, sobre todo asiáticos, pero no es nada agobiante. Es lo que hoy llamarían “sostenible”.

En un momento determinado me sorprende ver un grupo de personas con cámaras sofisticas y lo que parece un director que da órdenes en perfecto castellano a una familia. Me acerco a preguntarle qué hace, pero se disculpa casi sin mirarme con “luego”. Está trabajando, lo entiendo. Angel me dice que seguro que son influencers, lo que también me confirma mi nuera que dice que viven y muy bien, solo de eso. Pero me he quedado sin satisfacer mi curiosidad.

Admirando la belleza de todos los rincones de esta villa, la dejamos atrás. 

Leo después que está condenada a morir por acción de la erosión aunque ya agoniza porque con tan solo 10 habitantes, está invadida por el turismo. 

Supongo que al haberla visitado a primera hora nos hemos librado de las masas de turistas que al parecer llenan sus calles.

Una vez de vuelta enviamos un whatsap a nuestro conductor y responde que en 10 minutos nos recoge, pero en realidad envía a otra persona. Otros 10 para regresar al área y ponemos rumbo al lago Braciano.  Y es que ayer cambiamos de opinión porque pensamos que no sabíamos si nos sentiríamos tranquilos dejando la autocaravana en medio de un camino para ir a tomar otros baños, uno más,  así que decidimos que lo mejor sería ir al lago a descansar e incluso salir mañana a partir de las 12.

De nuevo circulamos por carreteras  que son una deformación en sí (sobre todo las provinciales, las regionales, de categoría superior, suelen estar mejor) así que aunque pese a que solo hay unos 70 km hasta el lago,  empleamos más de una hora en llegar. En el camino ponemos medio depósito de gasoil, lo justo para llegar a Civitavechia y salir de Barcelona e intentamos comprar pan en algún supermercado.

Y mira que esto es difícil en este país. No se puede aparcar. Encontramos uno, nos metemos y su escaso aparcamiento es casi una ratonera. Angel se queda y yo entro a comprar lo imprescindible. Y luego pasa lo de siempre, que a partir de entonces comenzamos a ver supermercados estupendos y con buenos y fáciles aparcamientos.

Al llegar ya cerca del lago Braciano el navegador nos mete por carreteras imposibles, de ancho justo para la autocaravana así que  decido buscar lo que parece que es una carretera principal que circula paralela al lago y la encuentro. Al final de ella encontramos el área. En realidad hay dos, pero esta aparece mejor puntuada que la otra y al no necesitar electricidad, sale más barata.

Llegamos a las 14, con un sol de justicia y la sombra es escasa o casi nula. Nos instala al lado de un olivo canijo y nos protegemos del sol con la sombra que nos da nuestra propia autocaravana. Comemos e intentamos descansar. Digo intentamos,  porque el señor dueño se pone a cortar el aligustre que rodea el área. Empieza a eso de las 15,30 y una hora después no ha terminado. Angel me disuade de que le diga algo, pero 40 minutos después es él el que se queja así que me da su bendición para decirle algo. Son ya las 17 horas.

Con mucho tacto le pregunto cuánto tiempo le queda y me dice tranquilamente que una hora. Entonces con gestos me tapo los oídos y le digo que tengo la cabeza como un bombo. Entonces reduce este tiempo a  media hora y luego cuando me pregunta por la hora que es y ve que son las 17,05 me dice que 20 minutos, pero la verdad es que cesa a los 5 minutos.  Menos mal porque hasta nos planteamos marchar. No había quien parase. En fin, que el hombre muy listo no parecía ser o al menos tomaba su tiempo procesar la información, pero al menos, paró.  

Así que a partir de entonces disfrutamos de la paz, tanto que se nos hizo tarde para darnos un baño en el lago que estaba justo frente al área y cuando lo hicimos, se nos puso  el sol mientras lo hacíamos.  

Ahora ya la oscuridad nos rodea y silencio, lo que se dice silencio total, no se nota. Es una zona turística y de hecho nos ha dicho que mañana, viernes, lo tiene todo completo aunque nos podemos quedar hasta primera hora de la tarde sin problema. Pero partiremos sobre las 12 o las 13 horas ya que estamos a algo mas de una hora de Civitavechia. Llegaremos a comer y pasaremos la tarde esperando cerca en algún sitio tranquilo para sobre las 20 o 19,30 acercarnos a Grimaldi a sacar la tarjeta de embarque y si es posible, como lo fue en Barcelona, ponernos en la cola de pre embarque.


No hay comentarios:

Publicar un comentario